18 de abril de 2008

**Tierra de sueños**

IN AMÉRICA



Este film, de dirección y guión de Jim Sheridan (que se ganó mi admiración con "En el nombre del padre") es un canto a la vida, un reflejo de la experiencia de unos pocos que inspira a seguir adelante a muchos.

No deja fuera tópicos tan interesantes pero de difícil abordaje como el entendimientos de los niños de lo que suceda a su alrededor, aunque se cubra la realidad con un manto para que no sufran; cómo una niña (en este caso) puede absorber todo lo que sucede y vivirlo como determinante en sus próximos años.


Apunta también a la esperanza que renace en los corazones como una sacudida al pasado y, quizá, un modo de sobrevivir: viendo hacia el futuro. Ante todo, el valor de la vida, que por más compleja que resulte a veces, es vida, es la maravillosa capacidad de respirar, sentir, degustar, oler, tocar, amar... Ya ven, no se escatima en mensajes en esta peli.

Johnny (Paddy Considini) y Sarah (Samantha Morton) constituyen un matrimonio irlandés unido no sólo por el amor, sino también por la culpa. Desde la pérdida de su pequeño Frankie, ambos han estado aturdidos por el dolor, y en el caso de John especialmente por un remordimiento que no lo deja vivir en paz. Él un actor en busca de éxito pero que últimamente no ha encontrado oportunidades, ella profesora, deciden viajar a Estados Unidos, la tierra donde todos los sueños se hacen realidad, para lograr la estabilidad económica que necesitan y el olvido... algo que, en realidad, descubrirán que es imposible.


Lo más hermoso que ambos tienen son sus dos hijas: Christie (Sarah Bolger) de once años y la más pequeña, Ariel (Emma Bolger), de ocho. Son dos niñas hermosas por dentro y por fuera, lucecitas llenas de magia que hacen que el drama tome un vuelco a la moraleja. La historia es contada por Christie, que para sus once añitos tiene una gran madurez, secuela de lo vivido con la muerte de su hermanito. Ella sigue viendo la vida a través de una cámara de vídeo con la que filma cada momento memorable, y donde guarda a su hermano, sonriendo, hasta el mismo día de su muerte. Sus ojos están llenos de vida, de sueños y a cada momento parece que estuviera aprendiendo algo nuevo de la vida. Es a quién más le afecta el desarraigo (aunque veremos que a todos los personajes los golpea de algún modo), y se siente perdida entre miradas que pueden llegar a ser crueles, de parte de compañeros del colegio.


Ariel es nada más ni nada menos que un chispa: enciende cada momento con sus grandes ojos que irradian inocencia y la alegría que todo niño necesita sacar afuera. No obstante, también ella está viendo a sus padres cambiados, no comprende netamente qué es lo que sucede, si bien extraña a su hermanito, y reclama sin paciencia a su padre, al que era antes Johnny, al límite de no reconocerlo en una escena desgarradora de la película. Es el fiel reflejo de la niñez de hoy en día, testigos de las durezas de la vida y la adversidad, con esa capacidad "esponja" que sin comprenderlo por completo, absorben, viven, experimentan, sufren igual que el adulto los obstáculos.


En el personaje de Samantha Northon es en quien encontramos con más nitidez la necesidad de recomenzar; es quién viene con el bagaje de haber perdido a un hijo, ver que su marido cada día se aleja más de la realidad porque no puede superar el pasado, y decide afrontar con alma y cuerpo la responsabilidad de traer de nuevo al viejo Johnny y sacar adelante a la familia.. Irónicamente eso acabará haciéndolo Christie, ella y su perspicacia, su niñez encarada hacia conflictos adultos para que su familia no recaiga.

Sarah queda embarazada, y pronto se descubre que es de riesgo. Nuevos miedos, desafíos y esperanzas para una familia que ya ha afrontado mucho en América, en los suburbios y más específicamente en un edificio de mala muerte, donde se cruzan a cada rato drogadictos y delincuentes, la familia irlandesa encuentra su nuevo hogar.


Allí vive también Mateo (Djimon Hounsou), un enorme y misterioso hombre negro y de vida bohemia que reta a los prejuicios de todo quien se le acerca.. Las niñas son las primeras en acercárseles, de un modo tan dulce que rompen las barreras de este aparentemente amargado hombre. Johnny lo enfrentará, le temerá, pero finalmente encontrará en él a un amigo. El secreto es que Mateo está enfermo, de cáncer (como el pequeño Frankie) y como le dice a Jhonny en un momento crucial y emotivo al máximo del film, está "enamorado de su esposa, de él, de sus hijas, del niño por nacer... Los envidia... porque tienen lo que a él le falta: Vida". Así Mateo se vuelve un personaje crucial en la película, que renueva el corazón Jhonny de fe, cuando al principio es el moribundo el que encuentra fe y esperanza en esta familia.


Poco a poco Johnny encontrará una senda que recorrer para aceptar al nuevo hijo que viene, volver a ser el apoyo de una familia en la que se ha estado apoyando últimamente y logrará finalmente dejar atrás el pasado, no como algo que nunca pasó, sino como lo que sucedió y a lo cual decirle "adiós, te tendré en los recuerdos, pero tengo mucho que vivir en el presente"


Esta película del cine independiente me hace llorar cada vez que la veo; está colmada de significados que solemos olvidar de la vida. Simplemente haciendo esta crítica, recordando las pastillitas de limón de Ariel que ella cree que tienen poderes para curar, los ojos de cansancio en una pequeña como lo es Christie, la fe y la alegría de un moribundo que vive cada día con tanta intensidad como un recién nacido, gracias a las pequeñas que llenan su vida de la inocencia de la niñez... Dejarse llevar por esos momentos de magia, por un final que no contaré, pero que es un auténtico trueque de vida donde el nudo de la garganta se forma en el alma...

Espero no haberos aburrido. ES UNA PELÍCULA QUE NO SE PUEDE DEJAR DE VER.