9 de abril de 2008

Mi reflejo sobre la paréd

El reflejo sobre la pared


Cuando sólo la luz del la luna se filtra por la ventana, y mi pierna semi-erguida dibuja un curva que se refleja sobre la pared, me descubro hermosa y misteriosa.
Pareciera que mi pierna intentase seducir, con su tibieza y licitud, a la dura y blanca planchada de cemento. Y hasta se ve hermosa. La pierna reflejada en la pared. La escena en que carne y piel, en una figura compacta, busca la falta de límites, el fallo de las medidas exactas, las luces y sus matices cerniéndose en sombras... hasta competir con su propia imagen, incorpórea e intangible, que permite la luz de esa perla blanca y esférica, a través de los cristales transparentes de mi habitación.
Es más que agradable a la vista ese juego de figuras que se dibujan y desdibujan en la superficie de la pared.
Alentada por la curiosidad, me levanto, sin prisas y con cuidado de no perder la perspectiva del reflejo; lentamente me voy poniendo de pie sobre la cama, hasta que no sólo la pierna que me inspiró sino todo el cuerpo, se transpone a una imagen en la pared. De nuevo luces y matices, la sombra que se dibuja, curvilínea, de mi cuerpo. En la pared. Y otra vez me veo más hermosa que frente a un espejo.
Juego con el reflejo. Ora de frente, ora de perfil. Cambio de posiciones. Ya no la pierna, ni siquiera el cuerpo busca encontrar a la pared, sino yo misma, ya conscientemente.
De perfil veo curvas que, dentro de su desproporción, componen una perfecta sintonía.
Mis senos pequeños y redondos combinan con excelencia con mis glúteos más voluptuosos. Coloco una mano sobre un pecho, luego sobre el vientre plano y suave; finalmente recorro con los dedos extendidos el camino desde mis caderas hasta las pantorrillas. Ahora mi silueta se ve doblada y mis senos adquirieron otra posición en la imagen que se refleja en la pared. Claro, no puedo ver mi rostro en esa sombra que se dibuja; sólo el cabello lacio, con unas pocas ondas cayendo sobre mis hombros, con tanta libertad como la que muestra mi figura.
Parezco hecha para las sombras, para los reflejos, lo intangible e incorpóreo. Porque allí, sólo allí, me siento hermosa. Casi perfecta. En la imagen que refleja la luz de la luna sobre la pared...